Paul Morris Parte 1: "Si eso es lo que quieres hacer con tu vida, tu tienes que hacerlo, tienes que hacer que eso pase”



Paul nació en Caracas, Venezuela. Viene de una familia única y mezclada: Su mamá es mitad holandesa-mitad dominicana y su papá, nacido en Venezuela, es mitad inglés-mitad español.  Son una familia muy variada en cuanto a sus orígenes, por lo que Paul no creció con raíces fuertemente o, mejor dicho, puramente venezolanas. Sin embargo él afirma ser bastante venezolano.

Vivió toda su vida entre las zonas de Alto Prado y Manzanares, y estudió siempre en el Colegio Simón Bolívar. “Viví el colegio, sobre todo el bachillerato, como todos los venezolanos de mi época: con mucha controversia política… Y esto se fue tornando algo normal para nosotros. Soy parte de un país del que la gente siempre me decía ‘ten cuidado, es inseguro, guarda el teléfono, cuidado con tus cosas valiosas, no camines solo…’

Una cosa que pienso que es especial de mi vida es que desde que tengo memoria he tenido el sueño de ser cantante. Desde pequeño me llamaban en el colegio para cantar en los actos de fin de curso, estuve clases de guitarra, de piano… Y en mi último año escolar decidí -aunque era considerado algo muy ‘gay’- tomar clases de baile”.

Gracias al baile conoció a muchas personas, las cuales se alegra tener en su vida, se sintió más cómodo con él mismo, y eso fue algo que Paul notó que era valioso y valorado por los demás en ese momento. 

“¿Por qué me fui? Bueno, en verdad quería estudiar Pop en los Estados Unidos, mi papá no estaba muy de acuerdo, mi mamá sí me apoyaba, pero me dijo de manera muy honesta que ellos no tenían el dinero para pagar esos ‘tuitions’ (en EEUU son muy caras las universidades)”. Su mamá le propuso irse a Holanda, dado que el pasaporte ya lo tenían… “Mi reacción como todo adolescente fue decir ‘bueno, pero no hay nadie famoso de holanda, aquí en Venezuela nadie conoce a la gente de Holanda’, ella me insistió que lo intentara, que tenía familia allá al menos, para llegar más cómodo -porque ya irse del país es un salto bastante grande, y poder llegar a donde tu familia está para ti es una ventaja- y decidí hacerlo“.

Fue un proceso interesante… “si eso es lo que quieres hacer con tu vida, tu tienes que hacerlo, tienes que hacer que eso pase” le dijo su mamá. “Recuerdo que yo tenía todos mis documentos y ella me decía a qué lugar del Centro de Caracas tenía que ir… ¡yo estaba tan asustado por ir solo en un autobús y en el metro! Porque uno en Caracas aprende que esos lugares son más inseguros, que la gente puede reconocer de qué zona vienes, y en mi caso, como soy ‘catire’ siempre tenía ese chip de que a la gente con mi estereotipo es más propensa a que la roben (porque no pasamos desapercibidos) y creen que tienes dinero… Pero yo quería ser cantante así que lo hice, y me siento orgulloso de haber tenido ese valor.

“Yo creo que la gente no se imagina lo difícil y raro que es dejar todo lo que uno conoce en búsqueda de algo que no sabe si lo va a lograr o no… Y yo soy una persona muy emocional, me fui de Venezuela con mucho miedo; también con ganas de buscar mi sueño, pero -como mencioné antes- la gente de mi academia de baile me aceptaba tal y como soy y dejar eso, o no poder vivir la vida universitaria que implica hacer amigos de la vida, ir a la playa los fines de semana, y además estar cerca de mi familia directa, era como abandonarlo".

Paul fue en enero del 2012 a Holanda sin tener aún aceptación por parte de alguna universidad. En un conservatorio lo rechazaron por falta de conocimientos de la teoría musical; decidió entonces mejorar en esta área musical y aprovechar sus primeros meses para estudiar mejor el holandés. 

Llegó a casa de su abuelo porque era el mejor lugar para llegar y comenzar con toda su adaptación al nuevo país, el idioma, y todo su nuevo estilo de vida. “De mi primera noche recuerdo el frío tan fuerte que hacía: dormí con una chaqueta, gorro de invierno y hasta con guantes del frío que tenía”. Su mamá, a pesar de estar lejos, lo ayudó muchísimo cuando tenía que hablar con las personas y hacer trámites de papeleos, porque Paul estaba un poco nervioso de que no lo entendieran bien al hablar “no tiene mucho sentido esto porque TODO el mundo en Holanda habla inglés, así que no tenía porqué tener miedo… Fue parte del proceso de volverse un adulto, y poco a poco fui perdiendo ese miedo y hablaba por mí mismo.

Gracias a mi familia y a las reuniones que hacíamos los fines de semana pude sentir un gran apoyo a nivel emocional por parte de ellos, conocí mejor a mis primos y tuve más conexión con ellos porque los necesitaba…

Una anécdota que tengo es sobre las comidas: En Venezuela estamos acostumbrados a comer caliente durante el día, un desayuno grande con caraotas, un almuerzo rico caliente… Y en Holanda el almuerzo es totalmente distinto, yo le decía a mi abuelo a las 2-3pm ‘vamos a comer, ya tengo hambre’, ‘claro que sí, vamos’ -dijo-, y me preparó un sandwich. Me quedé esperando un arroz con algo más, pero él me dijo que eso se come a las 6 de la tarde, ya para la cena… Pasaba hambre porque me daba vergüenza pedirle a mi abuelo que cocinara a esa hora porque esa no era su costumbre

Por eso pienso que cuando uno está en un país ajeno es importante saber adaptarse. También hay que tener siempre presentes los valores y tu origen, pero si dependes de alguien más, no se les puede exigir algo que no es parte de su cultura”. 

Otra anécdota que Paul comparte es sobre su apellido.
“En la documentación venezolana salen todos los nombres que tienes y tus dos apellidos. Cuando me fui a inscribir en Ede -el pueblo en el que viví- estaba entregando mis dos pasaportes (venezolano y holandés) y el señor que me estaba atendiendo se me quedó viendo y me dice ‘ya va, ¿cómo te llamas? En este pasaporte dice que eres Paul Alexander Morris Wienk y en el otro dice que solo eres Paul Morris’ y yo le explicaba que sí, que yo era Paul Morris, pero que el apellido de mi mamá es Wienk, y el hombre decía ‘ok, pero ¿cómo te quieres llamar entonces?’ Y yo estoy muy orgulloso de mi mamá y de su familia, así que le insistí poner mi nombre completo”; oficialmente su nombre incluye sus dos apellidos, o un apellido doble, y representa un orgullo para él.

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